sábado, 25 de abril de 2009
La vaca estudiosa
martes, 6 de enero de 2009
Ayer
jueves, 13 de noviembre de 2008
Estado existencial: MUJER
Y es que una crece y sabe que es mujer porque todo el cuerpo lo indica y tu mente lo respalda, pero en lo personal, el examen ginecológico fue lo que determinó mi condición de homo sapiens sapiens de sexo femenino.
Entro al consultorio y una camilla al otro lado del salón se ve totalmente fuera de lugar. Apenas irrumpo en ese lugar, sé que no pertenezco ahí. Me siento como intrusa en ese lugar tan pulcro y pareciera que el salòn quiere expulsarme. Pero es sólo mi idea, esto es necesario y tomo asiento sin pensarlo dos veces. Ella (la doctora) es amigable, datos generales y preguntas de rutina. De pronto y como jugando, estoy colocándome una bata tan delgada que daría lo mismo si no tuviese nada encima y lentamente me dirijo hacia la camilla. Ella dice que coopere, me relaje y respire. Yo miro al techo y me pregunto en qué momento me volví TAN mujer, qué demonios hago ahí y de pronto una sensación de entumecimiento me embarga. Entre toda mi confusión y mis deseos desesperados de convertirme en hombrecito (manotazos de ahogado), oigo que me dice que me relaje. Y tomo mucho aire, como si de esa inhalación dependiera la vida misma. Cierro los ojos y espero que pase, pero aunque nadie bajó la temperatura del aire acondicinado, en ese lugar todo es frío: sus manos, los instrumentos y mi cuerpo entero. Abro los ojos, miro a un costado y los dos algodoneros del cuadro norteño que adorna el lugar me sonríen y me regresan poco a poco a la realidad. La temperatura vuelve a la normalidad y todo ya va terminando. Ella sonríe amablemente y al verla me percato que tiene un aire a la algodonera del cuadro. La comodidad regresa y aunque salgo de ese consultorio sintiéndome una mujer propiamente dicha (para mi desdicha), atino a sonreír, porque en realidad es un alivio el que la tía de la primera menstruación no esté presente para celebrar inoportunamente esta ocasión.
lunes, 20 de octubre de 2008
¿Intolerante yo?
domingo, 14 de septiembre de 2008
Dosis de sinceridad
jueves, 11 de septiembre de 2008
Anosmia
Cada vez que huelo formol en algún laboratorio, se me viene a la mente mi tía yaciendo en el féretro. El olor de la tierra húmeda me recuerda a la infancia incompleta y rara que se daba cuando mi abuela me llevaba a la tierra de donde es y me dejaba correr, saltar y ensuciarme, en fin, todo lo que mi mamá prohibía. El perfume de un tipo con el que salí alguna vez era el mismo del de mi ex novio y no pude tolerar el recuerdo, así que me despedí. La naftalina no sé porqué trae a mi memoria a una chica que estudió conmigo en el colegio que parecía viejita. La vainilla me hace recordar cuando tenía 3 o 4 años e iba a recoger a mi papá del trabajo. El olor a sopa con fideitos me trae a la memoria a mi abuela de padre. El pisco huele a Año Nuevo con unas amigas hace un par de años. Y podría continuar, pero eso de nacer cansada tiene sus repercusiones; y una de ellas es el desgano de esta noche y mi sed de algún fármaco para poder cerrar mis ya ojerosos ojos.
(Este fue un tributo a mi nariz, mi intención de reivindicar a uno de mis sentidos. Lo sé.Debería dormir)