sábado, 25 de abril de 2009

La vaca estudiosa

Sólo bastó un día y la paciencia de santa de una tía para que a mis tres años y medio me aprendiera un poema. Era un poco tonto, ya que se trataba sobre una vaca que hablaba y encima iba a la escuela. Recuerdo que no podía escapar de mi abuelo mientras me pedía que lo recitara una vez más. Toda la familia se lo sabía de memoria, pero igual seguía repitiéndolo, para la desesperación de algunos, especialmente de mi hermana mayor.
A punta de repetidas declamaciones, me gané ese apodo. Bastaba que nos reuniésemos en la casa de algún familiar para que empezaran a fastidiar: ¿Dónde está la vaca? preguntaban...y conforme iban pasando los años, me iba ofuscando el bendito apelativo. Así que opté por enterrar al vacuno en algún recóndito lugar de mi memoria.
Había olvidado gran parte del poema, hasta el día en que fui a despedir a la tía que me lo enseñó. No se iba de viaje, o talvez sí...depende de cómo cada uno vea la muerte. Estando junto a ella y viéndola por última vez, sólo pude atinar a repasar línea por línea el poema en mi mente. Lo repasé como cuando me lo enseñó y lo repetí metódicamente porque era lo único que en ese momento tenía algún sentido para mí. Puede sonar raro, pero fue mi manera de despedirme, de hablarle aunque ya no me escuchara en un lenguaje en el que nos podíamos entender, fue decirle adiós de la manera que le hubiese gustado: siendo la vaca estudiosa que aunque haya tratado, nunca dejé de ser.

martes, 6 de enero de 2009

Ayer

Ayer desperté a las 6 temiendo de haber cometido un error al haber conseguido este empleo. Viajé por 5 largas y pedregosas horas hasta llegar a una puerta enorme donde un buen hombre de pull over marrón me hizo declarar mis pertenencias so pena de decomisarlas. También llené 50000 formularios y firmé consentimientos para quedarme sin vida por 52 semanas. Cuando me alimentaron con comida sana del concesionario empecé a arrepentirme porque ese puré de caja estaba soso e insípido.
Cuando quise ir a dormir me dijeron que aún no me habían designado habitación y que me faltaba llenar sólo unos formularios más...
Mi pabellón de mujeres es bastante sombrío y nunca fui buena para lidiar con ellas (talvez porque siempre creo que algo tienen de malo), así que me dedico a dormir y a hablar por teléfono. Sólo llegué ayer y he oído a 30 personas hablarme sobre seguridad, standares internacionales y todo lo que tiene que ver con ser una trabajadora responsable y usar un equipo apropiado.
Fue sólo ayer que llovió a cántaros y me puse unas botas de Papa Noel, una casaca naranja de Yeti radioactivo y un casco de Bob El Constructor. Hace 24 horas la enfermera trató de ponerme oxígeno y en vez de eso casi me mata ahogándome con agua que entró de golpe por mi nariz.
Y ahora, mientras libero mi rabia, empezaron a caer rayos y los puedo ver desde la vantana, donde por cierto también diviso al próximo tipo que me dará una charla más sobre cómo rogarle al cuy mágico que me proteja en caso algo termine saliendo mal en este punto en el medio de la nada...
¿Son éstos gritos de auxilio? No creo. Talvez todo está bien, talvez sea demasiado exagerada o simplemente necesite quejarme para poder sentirme plena y feliz...
Complaining...feels fucking great!!!