Cada vez que huelo formol en algún laboratorio, se me viene a la mente mi tía yaciendo en el féretro. El olor de la tierra húmeda me recuerda a la infancia incompleta y rara que se daba cuando mi abuela me llevaba a la tierra de donde es y me dejaba correr, saltar y ensuciarme, en fin, todo lo que mi mamá prohibía. El perfume de un tipo con el que salí alguna vez era el mismo del de mi ex novio y no pude tolerar el recuerdo, así que me despedí. La naftalina no sé porqué trae a mi memoria a una chica que estudió conmigo en el colegio que parecía viejita. La vainilla me hace recordar cuando tenía 3 o 4 años e iba a recoger a mi papá del trabajo. El olor a sopa con fideitos me trae a la memoria a mi abuela de padre. El pisco huele a Año Nuevo con unas amigas hace un par de años. Y podría continuar, pero eso de nacer cansada tiene sus repercusiones; y una de ellas es el desgano de esta noche y mi sed de algún fármaco para poder cerrar mis ya ojerosos ojos.
(Este fue un tributo a mi nariz, mi intención de reivindicar a uno de mis sentidos. Lo sé.Debería dormir)
2 comentarios:
Quisiera ser anósmico cada vez que trepo a un micro.
Pues por obvias razones la nariz debería caérsenos en esos medios de transporte!!!
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